Le ha mordido un perro y vengo a que le ponga la vacuna de la rabia”. Bastan unos pocos años de experiencia profesional como pediatra para haber escuchado esta frase en más de una ocasión. Este miedo popular, sumado a la presencia de una aparatosa herida, hace que la consulta adquiera cierto grado de urgencia, con importante nerviosismo y
3ruJgA.